miércoles, 4 de julio de 2012

Un cambio necesario y obligatorio en las condiciones laborales

Veamos aquí una visión del mundo que desde el punto de vista espiritual es ilusoria, ya que impide grandemente el progreso de la humanidad, actuando como un espejismo que no permite ver el potencial humano y divino.
Podríamos denominar a una de las perspectivas la división entre el factor capital y el factor trabajo. Respecto a la organización legal e impositiva del capital existen en general determinados consensos o coincidencias en la mayor parte de los países, como ser (i) las sociedades limitan su responsabilidad al capital aportado pudiendo los accionistas no responder más allá del mismo, (ii) las legislaciones en general contemplan límites laxos para la repatriación de utilidades, (ii) la tasa de impuesto a las ganancias se encuentra alrededor de 35%. En cambio en lo que respecta a la organización legal e impositiva del factor trabajo hay una gran variación respecto de aspectos como (i) aportes de empleado al estado, (ii) aportes del empleador al estado, (iii) aporte a coberturas médico asistenciales del empleado y/o del empleador, (iv) seguros de vida, (v) aportes sindicales del empleado y/o empleador, (vi) seguros de desempleo, (vii) régimen de vacaciones, (viii) régimen de enfermedades, (ix) régimen de contratación, (x) régimen de despido; en donde en cada país existen divergencias en cada aspecto pudiendo denominar más socialmente protectores a los que más regulaciones y costos tienen y más liberales a los países que menos regulaciones y costos tienen.
La gran variación en las condiciones y costos laborales de las legislaciones comparadas de países son en muchos casos el gran condicionante para que una empresa decida una inversión, optando los que toman la decisión por el costo laboral más bajo. En general, los países que tienen costos laborales más bajos son los países de Asia Oriental, quienes se han visto pseudo beneficiados en las últimas décadas con la instalación de fábricas de todo tipo, en perjuicio de los lugares anteriores donde estaban las fábricas y en perjuicio de los países hacia los cuales van sus productos.
Los temas referidos a situaciones de costos laborales, en general también van acompañados con temas referidos a costos ambientales, donde la falta de legislación en muchos países es un beneficio económico de una empresa y un perjuicio ambiental para el mundo. Es decir, muchos países con costos laborales bajos son coincidentes con regulaciones ambientales laxas –traducido en costos monetarios de cuidado ambiental bajo y consecuencias ambientales altas-.
Desde el punto de vista espiritual y social, es casi inconcebible que en el mundo no exista un acuerdo mínimo acerca de lo que debieran ser conceptos cómo: salario digno; cobertura social del trabajador; cobertura social de los ancianos a través de cargas a quienes están activos; seguros de vida para los trabadores; régimen de vacaciones y régimen de enfermedades; etc. Asimismo, también es denigrante para el mundo que no haya acuerdo mínimos sobre regulaciones ambientales. Es factible pensar entonces que la Organización Internacional del Trabajo ha hecho poco al respecto, que la Organización de Naciones Unidas ha hecho poco al respecto, que los Presidentes de países poderosos han hecho poco para llegar a un acuerdo mundial acerca de esto.
La competencia con que se dirime una decisión del factor trabajo tiene consecuencias en el muy largo plazo imperceptibles para casi todos y más aún por no poderse evaluar pasados alternativos, teniéndonos que conformarnos con un presente en donde la variable de ajuste en el mundo, muchas veces son aquellos que sólo tienen su trabajo para aportar al mundo.
El mundo está en un umbral respecto a qué futuro elegir, si uno separatista y competitivo o uno hermanado y colaborador. Es tiempo de impulsar el cambio hacia lo segundo, no podemos demorarlo más.